martes, 28 de abril de 2015

Este jueves 23 de abril, con motivo del Día del Libro, se ha hecho entrega de los premios del Concurso Literario del 2015. Os dejamos unas fotos del acto.
Podéis leer los textos en la página del Cepa, en Actividades/Concurso literario.








domingo, 26 de abril de 2015

Visita al Real Jardín Botánico


23 de abril “Día del Libro”… Cuesta de Moyano…
Al pie de una estatua leo, sí, he dicho bien, leo, lo repito otra vez, leo, en voz alta, el texto que figura al pie:

“Este monumento se erigió en este lugar en 1899 fue posteriormente trasladado, restituyéndolo el Ayuntamiento de Madrid a su primitivo emplazamiento con ocasión de conmemorarse el CXXV aniversario de la promulgación de la ley de instrucción pública de 22 de julio de 1857 que tuvo en el insigne catedrático y político D. Claudio Moyano Samaniego su primer inspirador y su más preclaro impulsor y artífice. 28 de marzo de 1982 siendo alcalde de la Villa D. Enrique Tierno Galván”

Esta vez soy yo quien leo. ¡Cuántas veces me han tenido que leer los carteles y los textos de los sitios que visitaba con la familia! Muchas… hasta que un día me dije que yo también tenía que saber leer. Búscame un colegio, le dije a mi hija: quiero aprender a leer. Me apunte a uno. Han pasado ya unos años, ahora veo el fruto. Leo.
Levanto la vista del monumento y veo la hilera de casetas de los libros de viejo de la Cuesta de Moyano. He oído hablar mucho de ella, de los libros baratos que la gente compra y todas esas cosas… pero… ¡como yo no sabía leer! Siempre he pasado de largo.
Nosotras no vamos a leer tanto, me comenta una compañera. ¡Madre mía cuántos libros!
Lo de leer cuesta, si lo sabré yo. Tanto como subir esta calle. Del brazo de una compañera llegamos al final de la calle. Otra estatua: la de D. Pío Baroja. El profe nos habla de él. ¡Si mi marido, que en paz descanse, me viera! Rodeada de libros, escritores… El profe dice que somos unas “friquis que molan” y que eso de que a nuestra edad estemos en el colegio dice mucho de nosotras. No sé bien lo que nos ha dicho pero creo que es bueno.
Yo le contesto algo como para no darme importancia pero en mis adentros me gusta que nos diga esas cosas Mi “compa” me da con el codo y me dice: ¡Cómo te gusta que te regalen el oído! Pues claro que sí. Estamos un poco faltas de cariño. A veces yo misma me pregunto: ¿qué hago en el cole?
Si. Algunos días me cuesta ir al colegio. A veces estoy cansada y me quedaría en casa tranquila pero otras como hoy me gustaría gritar a los cuatro vientos. 
¡Se leer! 
Y lo de hoy es prueba de ello.

Pili Alumna imaginaria

Concurso literario 2015

Concurso literario 2015. POESÍA

PRIMER PREMIO POESÍA.
D. José Luis Bielsa Flores.


DESDE LO ALTO DE UN CIPRÉS.

Desde lo alto del ciprés
mueve el viento la bruma,
mecen los árboles la brisa,
lloran mi ojos de pena.

Yermos quedaron los campos,
de olvido fueron sembrados,
y todo quedó perdido
por la sal devorado.

Voces oigo en los caminos,
caminos que fueron olvidados,
poblados de fantasmas
que gritan nuestro pasado.

Su savia derramaron
todos los allí enterrados
que gritan desde el camino:
no olvidéis vuestro pasado.

Recordad que lo que tenéis
se lo debéis a los olvidados
que miran desde su ciprés
como lo están robando.

Que lloran con amargura
el peso de su sacrificio,
y flotan por el camino
hablándonos al oído.

Concurso literario 2015. MICRORRELATO

PRIMER PREMIO MICRORRELATO.
Doña Francisca Cecilia Córdoba.

VANIDOSO CALENDARIO

-¿Que tan importante serás tú comparado conmigo? Yo soy grande, tengo días, meses y años- respondió el calendario.
- Yo tengo los segundos y minutos que hacen tus días- respondió el reloj.

Concurso literario 2015 RELATO

PRIMER PREMIO RELATO.
D. José Luis Bielsa Flores

LA CAJA
Casi es la hora, estoy cansado, qué malo es el café, y este maldito calor: estoy empapado en sudor; tengo ganas de acabar este reportaje, “La guerra de Indochina”, me pregunto si alguien la recordara o siquiera si le importa, pero al director de Liberation sí, bueno es él el que paga. Creo que pusieron una bomba en esta cafetería durante la guerra, durante la guerra. Veamos que cuenta Le Hand Khoi, guerrillero del Vietminh. Cuánta gente hay en Hanoí, parece un hormiguero. Esperé y esperé, el abuelo no aparecía, llamé a su casa. ¿Se habrá muerto?, tiene más años que matusalén… Al fin lo cogió. No podía venir, el reuma. Fui a su casa, me abrió su nieta (preciosa, una joya oriental), su abuelo no podía recibirme, pero me regaló un cofre: “Mi abuelo dice que si quiere la historia de su pueblo ábrala antes de irse a dormir”. Me fui, que cosa más rara, em despedí de Lua And Kho y me dirigí al hotel, tenía la camisa pegada al cuerpo, cogí un tui-tui (pero tirada por un amarillo, no por un caballo) y serpenteamos por el hormiguero que era la ciudad.
Después de la cena (arroz con algo) y una buena ducha, me senté en la cama a repasar mis notas: siglo XX ta, ta, ta, Ho Chi Mind , independencia de Laos, Camboya, Vietnam del Norte 1945 a 1954, ta, ta… General Heri Navarre, bueno, es hora de ir a dormir, veamos la cajita. Era hermosa, tallada, había una fecha: 13 de marzo de 1954, mañana, hoy es 12 de marzo del 2014, abrámosla. Al abrirla, un polvo verde salió de la caja y me dio en la cara, y poco a poco fui perdiendo el conocimiento, mientras toda la habitación se llenaba de humo verde, verde, ver…de…
Dios, qué dolor de cabeza, AAAAAAAAAAAA, ¿dónde estoy?, esto no es el hotel, estoy en una tienda de lona, “Levanta soldado o te pongo a limpiar letrinas”. Me habla en francés, joder; llevo un uniforme ¿paracaidista?, esto tiene que ser una pesadilla. Miré mi reloj, las siete de la mañana. Salí de la tienda, justo en ese momento pasó delante de mí un grupo de civiles y militares, les estaban enseñando el campamento muy orgullosos: la verdad es que era enorme, tenía hasta una pista de aterrizaje. Qué hago aquí, joder. En ese momento el sargento me da un empujón: ¿Que, estás de vacaciones como estos capullos con traje?, aséate, desayuna y preséntate en el Cuerpo de Guardia, vamos Paraca”.
Estaba bajando la niebla, una niebla espesa, intenté explicarle al sargento mi situación, pero me miraba como si estuviera loco; por lo menos sabía donde estaba: Dich Bien Phu. Me lavé un poco y fui a por el rancho; la verdad es que los franceses no habían escatimado en medios, pero estábamos en medio de la selva, rodeados de árboles y montañas. ¡Ahora caigo! Joder, Dich Bien Phu, esto fue una matanza, los Vietminh lo saben todo, capturaron los planos defensivos, tengo que…en ese momento todo empezó a estallar.
Nos estaban arrasando, un bombardeo masivo, todos corrían, un teniente me dio un empujón: “Coge tu arma y ponte en posición, imbécil”. A los pocos segundos se desintegró por el efecto de un proyectil. Corrí hacia una trinchera y cogí el arma de un muerto. Todo ardía y estaba sembrado de muertos y restos humanos. “Cómo han subido la artillería allí arriba”, decía un soldado. No sé cuánto tiempo duró el bombardeo pero era continuo. Atacaron en masa, cientos, miles caían. Seguían avanzando con el odio marcado en su cara. Salimos de las trincheras y retrocedimos, llegamos al cuerpo a cauerpo. Los franceses caían por docenas y, de repente, una explosión me hizo saltar y caer sobre un vehículo volcado. Me estaba muriendo; otro soldado moribundo estaba a mi lado y agarraba un carnet rojo, me lo daba: “Yo no quería estar aquí”. Lo cogí.
Desperté en mi habitación. Había anochecido ¿o no, había amanecido? Tenía algo en la mano, el carnet rojo: “Partido Comunista Francés”. Me quedé blanco, tenía la caja delante.
A la mañana siguiente, quise devolver la caja a su legítimo dueño, pero el viejo había muerto. Me recibió Lua And, qué hermosa, creo que volveré a este país. Antes de despedirse dijo: “Mi abuelo pensó en usted antes de morir; ¿sabe? el nunca odio a los occidentales, pero este es su hogar, ¿lo comprende? Cómo no comprenderlo. Me fui de allí pensando en Lua y sus preciosos ojos y en lo que me había dicho su abuelo. Llamé a mi editor. Ya tenía mi reportaje y me daba igual si esa guerra no importaba a nadie. Miré el carnet del partido comunista, seguro que a él si le importaba y al abuelo de Lua también.